Santo Cristo del Descendimiento |
Moriste en un madero
para darnos la salvación, siendo el Rey del Cielo más el Hijo de Dios, Redentor y Maestro.Hermandad Sagrado Descendimiento de Cristo |
Vía Crucis en el Cincuentenario |
Vamos a realizar el traslado de la Sagrada Imagen de Nuestro Señor Jesucristo, una vez que ha terminado el culto, al paso en el que realizará la Estación de Penitencia en la próxima Semana Santa.
Hay momentos en nuestras vidas, que nos son inolvidables, bien porque estos sean alegres o tristes, se repitan o no. Afortunadamente, éste que vivimos ahora, se repite cada año, pero cada año es totalmente nuevo, diferente al anterior, único, aunque felizmente se repita. Estos momentos los esperamos con ansia todos los cofrades, pues en el día de hoy es cuando verdaderamente empieza para nosotros la Semana Mayor. Cuántos deseos, cuánta añoranza sentimos hasta poder caminar a su lado y qué impacientes e intranquilos nos ponemos cuando llega esta hora:
Ya la misa ha terminado,
el besapié ha concluido,
Cristo está descendido,
y a hombros será llevado,
su paso está preparado,
la luz se ha adormecido,
el mañana se ha fundido,
y el reloj se haya parado.
Se ha detenido el molino,
no ha crecido más el trigo,
se ha abierto el postigo,
derramándose su vino,
se halla cortado el camino,
ha fallecido el amigo,
recibiendo su castigo,
por mandamiento divino.
¡Cogerlo por favor!,
¡levantarlo con esmero!,
no causarle dolor,
que es el Rey de los cielos,
asirlo con amor,
tomarlo con gran celo,
hacerlo sin temor,
que es Nuestro Dios verdadero.
Empezar a caminar,
calmad vuestros temblores,
que los pechos sean altar,
para guardar sus amores,
no vayáis a tropezar,
y aumentarle sus dolores,
fijaros como va,
sin sangre ni sudores.
Con la cabeza inclinada,
y las piernas encogidas,
lleva las rodillas amoratadas,
y los brazos le caen sin vida,
con la frente marcada,
por espinas ceñidas,
y la carne sajada,
por múltiples heridas.
Me estremezco al contemplarte,
muerto por mi,
Señor, déjame suplicarte,
que perdones cuanto te ofendí,
mi corazón quiero darte,
para calmar tu sufrir,
deseo siempre amarte,
mientras me dejes vivir.
Y romper ese madero,
para aliviarle la amargura,
a mi Señor verdadero,
y rodearlo de dulzura,
en qué se inspiró el imaginero,
para tallar su figura,
tuvo que ser muy certero,
para lograr tanta hermosura.
Que las eras no trillen,
y las rocas se diluyan,
la tempestad más no chille,
y los montes se destruyan,
el sol más no brille,
y las aguas no fluyan,
si hay quien no se maraville,
ante esta imagen tuya.
Cristo del Sagrado Descendimiento,
Hijo de Resignación,
Calvario vio tu sufrimiento,
partiéndosele el corazón,
vivió ese cruel momento,
con entereza y resignación,
sin tan siquiera un lamento,
al comprobar tu expiración.
Entre cuatro eres llevado,
con sudores en las manos,
con el corazón angustiado,
por su Dios Samaritano,
y el pecho agarrotado,
al sentirte tan cercano,
notando en tu costado,
la herida del romano.
Son hermanos nazarenos,
que esperaban este día,
con el pulso sereno,
aunque la frente les ardía,
sin lágrimas en los senos,
porque más ya no tenían,
sintiendo a su Dios Bueno,
que en sus hombros sostenían.
Qué cerca está ya el paso,
sobre él van a dejarte,
ya no sentirán tus brazos,
ni las piernas podrán sujetarte,
hay luz en el ocaso,
pero quieren alumbrarte,
para que ningún beso falso,
venga más a despreciarte.
Cristo del Sagrado Descendimiento,
nos imanta tu persona,
viendo el sufrimiento,
que ni muerto te abandona,
dando en todo momento,
un amor que obsesiona,
porque a tu gran tormento,
añadimos espinas y corona.
La cruz está vacía,
esperando en el Calvario,
ya se acabó el día,
ya huele a sudario,
tu cuerpo se estremecía,
con un dolor incendiario,
cuando el Longino te hería,
de un modo sanguinario.
Tus manos están heridas,
lo mismo los pies,
tu cuerpo sin vida,
paradigma de nuestra fe,
Cristo del alma mía,
Cristo de mi niñez,
que seas mi norte y guía,
ahora y en mi vejez.
Cuatro cirios te rodean,
cuatro hermanos costaleros,
aunque costal no se vea,
el hombro es muy certero,
sus almas pordiosean,
por un trozo de tu madero,
aunque descendido te vean,
sufren con tu desespero.
Un camino tenebroso,
te lleva hasta el Calvario,
quisiste que fuera glorioso,
el que hacemos a diario,
sin tinieblas y gozoso,
y carente de sudario,
dándonos un cielo venturoso,
y un cariño extraordinario.
Niño de María,
Hijo de Resignación,
por qué llegó ese día,
día de desesperación,
donde la muerte hallarías,
a través de una traición,
y la puerta nos abrías,
puerta de la salvación.
Tu Madre te está mirando,
arriba en su altar,
y sus ojos están llorando,
porque van a crucificar,
a su Hijo un Viernes Santo,
y no puede soportar,
que vayan torturando,
a quien nos vino a salvar.
Es amarga la realidad,
venturosa la anunciación,
cuánta tu conformidad,
y qué horrible la pasión,
todo es oscuridad,
todo es desolación,
pero llegará la claridad,
llegará tu resurrección.
Al Calvario has llegado,
para después ser descendido,
con el cuerpo ensangrentado,
y San Pedro oscurecido,
entre cirios alumbrado,
entre pechos doloridos,
de hombres que han llorado,
por haberte sostenido.
El traslado han realizado,
sin saber cómo lo han hecho,
tanto como habían soñado,
que ocurriera este hecho,
sus almas han gozado,
pero tienen el corazón maltrecho,
a su Cristo han trasladado,
la emoción ahíta en sus pechos.
Sagrado Descendimiento de Cristo |
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Tu vida terrenal ha terminado,
por tu muerte nos has salvado,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Hermano nuestro en las alturas,
Hijo del Padre de las venturas,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Con la llagas de tus pies y manos,
nos abriste tu corazón samaritano,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Que el agua y sangre de tu costado,
redima y perdone nuestros pecados,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Hiel y vinagre te ofrecieron,
y a María el corazón le partieron,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Que por tu frente coronada de espinas,
alcancemos la Gloria Divina,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Cristo del Sagrado Descendimiento.
Con tu hermosa resurrección,
purificaste nuestro corazón,
Cordero Jesús,
venga a nosotros tu luz,
y alivie nuestro sufrimiento.
Entre los Santos Varones |
Padre y Señor Nuestro,
Tú que en el cielo te hallas,
de tu amor mi corazón estalla,
soy siervo e hijo Vuestro.
Padre y Señor Nuestro,
tu voluntad se haga,
para que yo satisfaga,
a mi querido Maestro.
Padre y Señor Nuestro,
tu Hijo a nosotros ha venido,
ya de la Cruz ha descendido,
y lo tenemos muy dentro.
Padre y Señor Nuestro,
danos nuestra pan de cada día,
por la intersección de la Virgen María,
salgamos a Tu encuentro.
Padre y Señor Nuestro,
perdona nuestras ofensas,
con tu bondad inmensa,
quédate en nuestros adentros.
Padre y Señor Nuestro,
no nos dejes caer en la tentación,
Espíritu de nuestra devoción,
para que alcancemos tu centro.
Nuestro Señor Jesús,
líbranos de todo mal,
para que nuestra alma sea inmortal,
Tú que has descendido de la Cruz.
Padre y Señor Nuestro.
AMEN.
San Juan estaba también |
SAGRADO DESCENDIMIENTO DE CRISTO
Todo está preparado,
todos guardan silencio,
el lienzo desenrollado,
y la vasija de ungüentos.
Sus brazos desenclavados,
las espinas en el huerto,
y en el suelo los clavos,
que sus carnes han abierto.
Escaleras apoyadas,
en el patibulum de la cruz,
y en el suelo la mortaja,
para envolver a Jesús,
su cuerpo ya lo bajan,
alguien prende una luz,
que a las sombras desplazan,
con exasperante lentitud.
El cuerpo está inerte,
la cabeza inclinada,
la sujeta la muerte,
que está envalentonada,
con mano fuerte,
el cadáver agarra,
y en la cruz sostiene,
con siniestra carcajada.
Llanto y suspiros,
llevan los vientos,
con sueños dormidos
y ahora despiertos.
Lienzo han recogido,
para el descendimiento,
de un Cristo dormido
y vencedor de muertos.
El Verbo ha callado,
su voz se ha extinguido,
el Hombre ha suspirado
y al Sheol se ha ido,
sus muros ha derribado,
con su cuerpo descendido,
y las puertas ha sellado,
cuando los buenos han salido.
Sagrado Descendimiento
de Cristo Nuestro Señor,
impactante momento,
ante el Hijo de Dios.
Monte sangriento,
regueros de sol,
sudarios prietos,
cuajan el horror.
Cristo de la Providencia |
El velo se ha rasgado
tras haberlo descendido.
Sobre el santo sudario
yace su cuerpo fallecido,
mientras calla el Calvario
contemplando lo ocurrido.
La noche es muy oscura
y las tinieblas pavorosas,
se ha ocultado la luna
y la calma es angustiosa.
Cercana la sepultura,
aguarda silenciosa,
tan tenebrosa y dura,
como fría y milagrosa.
Todo está consumado,
sus últimas palabras,
tras haber perdonado
hasta al que le mataba.
La corona y los clavos,
a sus pies reposan,
de su sangre manchados
y providencia hermosa.
Vagan las tinieblas,
alrededor del madero,
mientras la Madre espera,
a que abran los cielos.
La noche es muy negra
y el sepulcro nuevo,
de José de Arimatea
en un cercano huerto.
Jesús de la Providencia,
agua viva de los Cielos,
el pecado en tu presencia,
ahoga sus contubernios.
Son las consecuencias,
de aquel Niño nazareno,
que descorrerá la piedra,
con el sudario en el suelo.
Hermandad de la Redención |
Sobre una piedra sentado
cual preso peligroso,
escupido e insultado,
con insinuaciones de loco.
Fuertemente maniatado
y dolor en sus ojos,
descalzo y encorvado,
con la pasión en el rostro.
Por la sangre vertida
a causa de los azotes
y las múltiples heridas
que las carnes le rompen.
Mas una chusma entretenida
en zaherirlo con motes,
sin que le importe su vida
o sea Dios hecho Hombre.
Tremendamente sólo
aun estando rodeado,
de improperios y posos
de un pueblo indignado.
Que desea verlo roto
y a una cruz enclavado,
a pesar de que habla solo
del Padre glorificado.
Setenta veces siete
dijo que hay que perdonar,
pero la chusma le hiere
y le quiere condenar.
A una insufrible muerte,
siendo Rey de la Humanidad,
que únicamente viene
a que nos podamos salvar.
Y su preciosa sangre
quiere que sea derramada,
vejándole y azotándole,
con dureza inusitada.
Mientras que ora su Madre,
con las manos entrelazadas,
sabiendo que van a matarle,
a su virtud más preciada.
Santo Cristo de la Redención |
Hermandad de los Mutilados |
Hermandad de El Perdón |
El Cautivo |
El Calvario |
Hermandad de la Lanzada |
Hermandad de los Estudiantes |
Caen tinieblas manchadas
de sangre y de luz,
no brota la madrugada,
hay sombras en la cruz.
La noche alada,
opaca al contraluz,
que acaricia con sus alas
senderos de infinitud.
El suelo enrojecido
esparce lamentos,
del Hombre fallecido,
vertiendo sus adentros,
vivo es el fluido,
rojo y cruento,
y su cuerpo es recorrido
por trazos sangrientos.
Inmolado el Cordero,
el Hijo de Dios vivo,
muerto en el madero
con clavos de olivo,
mojan sus cabellos,
susurros desvaídos,
que llegan al suelo,
acallando los gemidos.
Todo está quieto,
nada se mueve,
colores cenicientos,
angostan la nieve,
el mar está seco,
sobre él no llueve,
Jesús ha muerto,
y sangre no tiene.
Cristo de la Sangre,
Titular de tu Cofradía,
donde el fuego arde,
y la noche torna día,
en un Martes cofrade,
Tú procesionarías,
anegando el valle,
que tu Madre recorría.
Sangre y sacrificio,
posturas extremas,
potro del martirio,
en la tarde nazarena,
cruento suplicio,
en las rotas venas,
vencedor del maleficio,
que al hombre condena.
Hermandad Jesús de la Pasión |
Jesús del Prendimiento |
Buena Muerte |
Reinan las sombras,
en el monte Calvario,
la pena es muy honda
y el dolor palmario,
clavos alfombran,
lienzos sudarios,
y el viento no ahorra,
su lúgubre salario.
Campa la muerte,
gimen los silencios,
un hombre está inerte,
crucificado y muerto,
todo es silente,
todo es desértico,
y nadie es indiferente,
contemplando su cuerpo,
Yerto y sangrante.
roto y martirizado,
y sin ser causante
del odio acumulado,
ni del modo denigrante
conque fue acusado,
por un mundo ignorante,
de que Él, era el esperado.
Es duro el madero,
triste y sombrío,
oscuro los cielos,
y secos los ríos,
han temblado los suelos,
y el aire se torna frío,
el viento es plañidero,
rugiendo a su albedrío.
Cristo de la Buena Muerte,
murmullan los vendavales,
y un crujir de dientes,
surgen de los eriales.
Un caudal creciente,
fluyen de manantiales,
mientras se ríe la gente,
con sus mofas infernales.
Espinas en su cabeza,
y herido el costado,
con pericia y destreza,
¡pero inútil, mal soldado!.
Su carne es pureza,
y su sangre ha derramado,
con tanta ligereza,
como el Padre ha necesitado.
Hermandad de los Judíos |
SANTO CRISTO DE J. Y BUEN VIAJE
Se ha culminado el ultraje,
el sol no luce ya,
es el fin de su linaje,
la luz no quiere brillar.
La muerte va al abordaje,
ahíta de vanidad,
Cristo del Buen Viaje,
su vida acaba de entregar.
Las sombras van creciendo,
aumentan su reinado,
al madero van envolviendo,
y también al sentenciado.
La tierra se está moviendo,
el viento es helado,
negro el firmamento
e inmóvil el crucificado.
Su cuerpo inerte,
el madero cobija,
sobre hierros yacente,
a la cruz lo fijan.
Pesado el ambiente,
vuelan las risas,
en murmullos de la gente,
que camina sin prisas.
La cruz es pequeña,
el lugar solitario,
la muerte va a la greña,
en túmulo solitario,
mostrando su huella,
en prieto sudario,
que el viento despliega,
a impulsos carcelarios.
Muere la tarde,
reina la oscuridad,
el fuego no arde,
pero ruge la tempestad.
La noche se abre,
secando al manantial,
su luna es cobarde,
y se acaba de ocultar.
Huecos sonidos,
el aire conlleva,
por un éter dormido,
sus ecos navegan,
campan perdidos,
en busca de estrellas,
lamentos y quejidos,
que del suelo despegan.
Jesús Nazareno |
NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
Por calle de la Amargura,
fluye la multitud,
observando a esa figura,
que camina con una cruz,
gritando procuran,
zaherir con acritud,
a la humilde criatura,
que camina con lasitud.
Lleva túnica morada
y dorado cordel,
y por la forma que anda,
sin calzado en los pies.
Espinas clavadas,
van lacerando su sien,
llevando colgada una medalla,
de Huelva parecer ser.
De ella es su Señor,
el Rey de la Humanidad,
el Nazareno que su amor,
derrocha en la madrugá.
Sus calles son un clamor,
sin poderle consolar,
ese inmenso dolor,
que refleja su mirar.
Marina, Concepción
o Tendaleras, que más da,
callado y sin objeción,
va mostrando su pesar.
Haciendo peregrinación,
en medio la tempestad,
de un gentío abrumador,
que dificulta su caminar.
Un hombre viene a ayudarle,
la cruz es muy pesada,
tanto han llegado ha azotarle,
que sus fuerzas están gastadas,
queman sus carnes,
de dolor las tiene lasas,
y sus labios se abren,
con una sensación amarga.
Pero continua caminando,
todo está por decidir,
su frente está sangrando,
y su dolor no tiene fin.
La gente le acompaña gritando,
queriendo verlo morir,
y le siguen azuzando,
para aumentar su sufrir.
Cristo de la Fe |
Ruge la tempestad,
huracanado es el viento,
el velo se acaba de rasgar,
y crujen los lamentos.
Reina la oscuridad,
se ha detenido el tiempo,
y Viaplana es un mar,
inundado de lamentos.
Ha muerto la fe,
riendo alguien grita,
en la Cruz está Él,
con su figura marchita,
la sangre moja su piel,
y nadie se la quita,
tiembla Jerusalén,
tu pena será infinita.
Hachones como lirios,
templan la soledad,
consumado el martirio,
Viaplana es catedral,
luminarias de cirios,
para túnica talar,
con fimbrias de vidrio,
en penitencia corporal.
Sedientas golondrinas,
sus picos han limpiado,
para quitarles las espinas,
al Hombre crucificado.
la noche se inclina,
el viento se ha calmado,
en la prieta colina,
la muerte ha ganado.
Madero de Fe,
madero siniestro,
árbol de Belén,
árbol del Maestro.
Torre de Babel,
pecado tan nuestro,
castillos de oropel,
Cristo ha muerto.
En la cruz se le ve,
roto y desangrado,
al Cristo de la Fe,
por un barrio desolado.
Mustie el desdén,
bórrese el nublado,
fría está la piel,
del Cordero degollado.
Sagrado Descendimiento |
SAGRADO DESCENDIMIENTO DE CRISTO
Todo está preparado,
todos guardan silencio,
el lienzo desenrollado,
y la vasija de ungüentos.
Sus brazos desenclavados,
las espinas en el huerto,
y en el suelo los clavos,
que sus carnes han abierto.
Escaleras apoyadas,
en el patibulum de la cruz,
y en el suelo la mortaja,
para envolver a Jesús,
su cuerpo ya lo bajan,
alguien prende una luz,
que a las sombras desplazan,
con exasperante lentitud.
El cuerpo está inerte,
la cabeza inclinada,
la sujeta la muerte,
que está envalentonada,
con mano fuerte,
el cadáver agarra,
y en la cruz sostiene,
con siniestra carcajada.
Llanto y suspiros,
llevan los vientos,
con sueños dormidos
y ahora despiertos.
Lienzo han recogido,
para el descendimiento,
de un Cristo dormido
y vencedor de muertos.
El Verbo ha callado,
su voz se ha extinguido,
el Hombre ha suspirado
y al Sheol se ha ido,
sus muros ha derribado,
con su cuerpo descendido,
y las puertas ha sellado,
cuando los buenos han salido.
Sagrado Descendimiento
de Cristo Nuestro Señor,
impactante momento,
ante el Hijo de Dios.
Monte sangriento,
regueros de sol,
sudarios prietos,
cuajan el horror.
Cristo Yacente |
SANTO CRISTO DEL MAR
El murmullo de las olas,
en la noche se ha calmado,
llorando va la Señora,
detrás del Crucificado.
Al ser las veintidós horas,
el Vía Crucis se ha iniciado,
desde el Templo de la Patrona,
que del Carmen es llamado.
Al Santo Cristo del Mar,
a sus pies le han puesto flores,
rojas por el sangrar,
de sus miembros salvadores.
Un poco más atrás,
María Santísima de los Dolores,
no cesa de llorar,
al cumplirse sus temores.
El océano calla,
la ría se desespera,
viendo a la Cofradía,
llamada: la marinera.
La oscuridad se fundía,
con barquitas y velas,
esperando el nuevo día,
de la Punta Umbría cofradiera.
El morado manto,
y la violeta saya,
no ocultan el espanto,
de un corazón que estalla.
El Hijo de su quebranto,
espinas lleva clavadas,
traspasado por tres clavos
y una horrible lanzada.
Aún resta el sufrimiento,
del despoje de sus andas,
porque la puerta del Templo,
no es demasiado ancha.
Casi a ras del suelo,
y con costaleros casi a gatas,
en pos de su madero,
Señora, entras en la iglesia abarrotada.
A esperar el Santo Quinario,
pero antes será el pregón,
que ojalá fuese a diario,
para mitigar tu dolor.
Sufriendo en el Calvario,
bajo la Cruz de tu amor,
como hojas del calendario,
clavadas en tu corazón.
En Higuera la Real (Badajoz) |
A JESÚS DE LA HUMILDAD (HIGUERA LA REAL)
Azotado impunemente
como un fiero criminal,
espinas rompen su frente
desnudo ante la gente,
sobre un frío pedestal.
Siendo el Mesías Redentor,
y Rey de la Humanidad,
el Unigénito de Dios,
también Santo y Patrón.
de su Higuera la Real.
Templo de San Bartolomé,
lugar bello y sagrado,
para que vayamos a él,
implorando a Emmanuell,
el perdón de los pecados.
Nuestra Señora del Loreto,
Nuestra Señora del Socorro,
acuden hasta su templo,
para consolar al Maestro,
inmolado por nosotros.
Y la Virgen del Rosario,
Nuestra Señora también,
después de su novenario,
repicando su campanario,
de procesión va por Él.
Y con Jesús Nazareno,
la Virgen de los Dolores,
o clavado en un madero,
en su Soledad de acero,
al enterrarlo solo hombres.
Por Jesús Resucitado,
asiste al Santo Encuentro,
con un San Juan asombrado,
viendo tornarse a blanco,
esos sus vestidos negros.
Para San Isidro es honor,
festejar su romería,
romero por tradición,
homenajea a su Señor,
sentado en la piedra fría.
Esta es la fe de un pueblo,
llamado Higuera la Real,
que tiene grabado a fuego,
en los adentros del pecho,
a Jesús de la Humildad.
Tras la Resurrección |
Los discípulos de Emaús,
le hablaron sin comprender,
que era quien en Jerusalén,
había muerto en una Cruz,
caminaban junto a Él,
sin saber que era Jesús,
el Hijo de la Luz,
al que habían visto fallecer.
Con cierto desasosiego,
le pidieron que se quedara,
y a comer les acompañara,
no sin un cierto recelo,
el pan que les entregara,
juntos lo comieron,
y entonces supieron,
que era Jesús quien les hablaba.
Bienaventurados los pobres |
BIENAVENTURANZAS En el Sermón de la montaña, y por la multitud rodeado, se escuchó el bienaventurado, en las nueve bienaventuranzas. En la cima estaba sentado, ofreciendo la esperanza, que a todos alcanza, si de Dios son necesitados. A pesar de tantos años, sigue habiendo pobres, sin que se sepan sus nombres, sin importarnos sus daños, y aunque mucho nos sobre, nos mostramos como huraños, y no como el ermitaño, en la soledad de sus montes.
Echad las redes |
MAR DE TIBERIADES del mar de Tiberiades, calmando las tempestades, de sus aguas marinas. Llorando sus calamidades, los apóstoles no adivinan, que es la Gracia divina, la que cruza sus soledades. Pedro grita aterrado, pero Jesús le llama, es un volcán en llamas, su corazón atribulado. Maestro, exclama, cuando junto a Él ha llegado, sintiéndose aterrado, porque las aguas se lo tragan.
Sobre las aguas camina,
Vía Crucis |
En pie y maniatado Jesús,
para escuchar su Sentencia,
sabiendo que será de cruz,
y que no tendrá clemencia.
La Hermandad de la "Salud",
reproduce esta secuencia,
con tanta similitud,
que nos llama a la clemencia.
Nuestra Señora de la Salud,
en su Presentación al Pueblo,
dolorida en su virtud,
piensa que es un mal sueño,
ya el cielo no es azul,
a su Hijo tienen preso,
a sabiendas de que es la Luz,
y Rey del Universo.
2ª Estación: Aceptación de la Cruz.
Ha cogido en sus manos,
el tenebroso madero,
rodeado de tiranos,
ruines y pendencieros.
Del Calvario sus hermanos,
de marrón sus nazarenos,
silenciosos y espartanos,
tras su Cristo Nazareno.
Son lágrimas de agonía,
de sus ojos regueros,
es el llanto de María,
Rocío y Esperanza de los cielos.
Cajón sin pedrerías,
en varales sin cimbreos,
que su dolor no permitía,
balanceo en sus costeros.
3ª Estación: Primera caída.
En el suelo está caído,
un día de primavera,
el peso lo ha vencido,
pero Él no se revela,
en el Huerto de los Olivos,
bajo luz de las estrellas,
entre discípulos dormidos,
que no sienten su aguda pena.
Nuestra Madre por sus Dolores
y Señora por su afirmación,
con argentino fulgores,
camina tras la Oración,
viendo los secos sudores,
estruendos de su Pasión,
con un rostro sin colores,
roto por la desesperación.
4ª Estación: Encuentro con la Madre.
De vuelta a caminar,
con su Madre se encuentra,
Ángeles la vienen a consolar,
y del Rosario a llevar la cuenta,
ahora no es Triunfal,
ni su Entrada ni la Cena,
y resuenan en la Catedral,
los hierros de sus Cadenas.
Y no se lo puede creer,
aunque se lo había dicho:
Madre llegarás a ver,
con una Cruz a tu Hijo,
entre insidias y desdén,
a pesar de ser yo Cristo,
pero cuando llegue a suceder,
recuerda, que mi Padre te lo dijo.
5ª Estación: El Cirineo le ayuda a llevar la Cruz.
Temiendo que no llegue,
por tanto sufrimiento,
buscan a quien le lleve
la Cruz, a Jesús el Nazareno,
clavándosele en sus sienes,
la Pasión del Prendimiento,
y esa Cruz con la que no puede,
aunque el Cirineo vaya muy lento.
Rota por la Amargura,
su Madre se queda inquieta,
viendo como su figura,
lleva la Cruz a cuesta.
En su Refugio hay negrura,
y en su Valle tristeza,
y en sus ojos de locura,
las lágrimas van impresas.
6ª Estación: Encuentro con la Verónica.
Con lienzo ha limpiado,
la Verónica su cara,
y en él se ha gravado,
la Pasión que soportara.
Por Herodes es despreciado,
cuando Caifás lo llevara,
con un rostro cansado,
en que la Humildad se reflejara.
Victoria de luna nueva,
polvorín de luna hermosa,
manantial de Nueva Eva,
son tus lágrimas dolorosas,
sobre la cara llevas,
un dolor que rebosa,
de Misericordia y pena,
poniéndotela más preciosa.
7ª Estación: Segunda caída.
Otra vez vuelve a caer,
del madero es su Cautivo,
aprisionándole la piel,
al tropezar en su camino,
ya es la segunda vez,
que son mudos testigos,
las piedras de Jerusalén,
sosteniendo al buen amigo.
Angustias y Mayor Dolor,
en la Madre que le sigue,
y a los cielos le pide,
que lo traten mejor,
su Aflicción es tan sublime,
y es tanto su temor,
que ofrece la Consolación,
en el Dulce Nombre que recibe.
8ª Estación: Encuentro con las Mujeres de Jerusalén.
Se encuentra con las mujeres,
sudando de Misericordia,
la Sangre de sus sienes,
es muestra de su concordia,
su Fe le sostiene,
a pesar de la euforia,
que en Jerusalén tienen,
los de esa horda acusatoria.
Implorando Caridad,
no pierde la Esperanza,
que su Patrocinio pueda evitar,
los rigores de la lanza,
aún no ha roto a llorar,
a pesar de que en lontananza,
el Calvario espera atrapar,
al Hijo de su templanza.
9ª Estación: Tercera caída.
Por última y tercera
vez, cae su Humanidad,
la Cruz tanto le lacera,
que ya no puede más,
Buena Muerte quisiera,
y Buen Viaje a su bondad,
pero no se desespera,
porque todo está por ganar.
Lágrimas para su Amor,
y para su Hijo sus Penas,
y el Santísimo dolor,
que le corroe las venas,
le sangra su corazón,
con la Cruz nazarena,
que lleva su Concepción,
por tan injusta condena.
10ª Estación Jesús es despojado de las vestiduras.
Para ejecutar la Sentencia,
sus hombros desnudan,
pero ante su presencia,
les socava la duda,
ello es la consecuencia,
de la Victoria que auguran,
viendo la indulgencia,
que emana de su figura.
Y la inmensa Paz,
que sus ojos desprenden,
los de su Madre igual,
y eso no lo comprenden.
Sus vestiduras van a sortear,
haber si la suerte,
sus vidas hace cambiar,
y no conocen su muerte.
11ª Estación: La Crucifixión.
Y llega la Crucifixión,
con ella en el suelo,
donde morirá el Dios verdadero,
donde ponen al Redentor,
clavándolo al pesado madero,
vendrá su Expiración,
y nuestra salvación,
por promesa de los cielos.
Calvario de María,
Dolores de la Señora,
su pecho gemía,
de manera atronadora,
tanto dolor sentía,
que al Padre le implora,
que no olvide el día,
en que la hizo Corredentora.
12ª Estación: La Exaltación de la Cruz.
Al cielo se levanta,
la Cruz del Perdón,
la Cruz que alcanza,
al mundo la Redención,
la muerte se atraganta,
por nuestra salvación,
y el grito de su garganta,
al llegar su Expiración.
Su Madre oye perdonar,
al Hijo crucificado,
y sus Dolores entregar,
a Ella glorificados,
al Padre y la Humanidad,
después de habernos dado,
el gran y nuevo manantial,
de un mundo por Él salvado.
13ª Estación: La Piedad.
En su costado la Lanzada,
produjo el derramamiento,
de Sangre y agua mezclada,
con la luz del firmamento.
Su figura es depositada,
tras su Descendimiento,
junto a una Madre angustiada,
y rota por el sufrimiento.
Angustias y desolación,
en su alma piadosa,
María tu Resignación,
cautiva por dolorosa,
puñales en tu corazón,
y lágrimas caudalosas,
empañan la visión,
de tu esencia virtuosa.
14ª Estación: El Entierro de Jesús.
Todo está consumado,
y preparado su Entierro,
y en brazos es llevado,
en busca de su destierro,
en un huerto es dejado,
en un sepulcro prieto,
del que saldrá resucitado,
librándonos del encierro.
Soledad de María,
María en su Soledad,
viendo como se perdía,
su Hijo en la oscuridad,
aún restan tres días,
para su llanto acabar,
y aunque la noche se reía,
el sol la haría callar.
Amor,cristo del amor
ResponderEliminarAvenida Federico Molina ,ya son las cuatro .
Ya se asoman una cruz de guía de madera
y cientos de nazarenos andando,
y tras ellos el Santísimo Cristo del Amor
en su paso dorado .
Marchas en el aire , pétalos volando,
el Cristo del Amor ya va llegando.
Huelva te espera y te sigue a su paso.
Señor, bendito es el pan de tus manos
y el vino de tu mesa.
Cristo del Amor,
Amor que nació de tu corazón
para la salvación de las personas,
personas que hoy a ti te rezan.
Y si miras atrás verás a
tu Santa Madre por ti llorando y rezando.
Entre inciensos y aromas santos
ya te despides hasta el próximo año.
Ana Rocío Durán Pérez